domingo, 1 de abril de 2007

TEMA MES DE ABRIL: LA PROFESIONALIDAD A DEBATE



¿Qué es un buen profesional?


¿Dónde están los límites entre un buen y mal profesional? ¿Es profesional el que se implica en los casos y en la vida de los niños?


¿Es profesional el que aplica el manual sin rechistar, y no protesta ante graves injusticias?


¿Necesitan de verdad los niños profesionales o sólo necesitan PERSONAS que se impliquen de verdad en sus vidas y que les quieran humanamente?


¿Qué se puede aportar desde la profesionalidad?


¿Falta en los profesionales humanidad y implicación?


¿Una carrera, un título universitario, es garantia de…?


Y dos fragmentos para el debate del libro "De tanta rabia tanto cariño" de Enrique Martínez Reguera:“Alguien puede ser muy profesional y al mismo tiempo ser una persona inmadura o caprichosa; o al contrario, no tener apenas estudios pero ser muy lúcido, sensato, prudente, sensible, ecuánime, entero ¿les parece poco que ofrecer?” (p.21).


“O sea que si el niño triunfa sin duda es porque somos muy competentes, pero si fracasa sin duda será por su culpa, por ser muy difícil o muy rebelde. Así hacemos recaer sobre ellos todo el peso del desencuentro. Cuánto daño podemos causar a los chiquillos con nuestra presunción de que por ser gente de carrera tenemos mucho que aportar. Ellos, pese a su condición a veces tan ruda, suelen poseer increíbles tesoros de valentía, sensibilidad y resistencia, para transformarse y transformarnos, sensibilidad que no siempre encuentra eco en nosotros”(p. 22).


“ ¿qué puede saber un ilustrado profesor o un psicólogo o incluso un trabajador social, de las vivencias de cualquier niño habituado a refugiarse en las brumas de un vertedero? ¿Qué experiencia tenemos los presuntos especialistas, en calamidades y persecuciones ajenas? ¿no tendremos que iniciarnos en el alma de estos niños, con la humildad y la diligencia de un simple aprendiz? (p.36)


“De ese chaval nos dijeron las cosas más descabelladas y atroces que se pueden decir de un chiquillo, nos dijeron que se trataba de “un psicópata, amoral e irrecuperable”. Se ve que el perito de turno oficiaba de psiquiatra, moralista y futurólogo” (p. 40)